ARRUGAS
PROYECTO PERSONAL : FOTOGRAFÍA
PROYECTO DE FOTOGRAFÍA
A través de las imágenes mostradas a continuación quise generar una reflexión sobre la idea superficial que tenemos de las arrugas y hacer de estas algo poético.
Mostrar a todos la belleza su belleza y el privilegio que es tenerlas. Las historias y experiencias que cuentan y lo sabio que hace a quien las lleva.
Además quise dar una razón más para respetar a nuestros abuelos y abuelas, ya que son quienes nos han traído a este mundo construido a partir de la lucha diaria
por sus derechos y valores.
Carmen era una niña muy astuta y algo traviesa. Nació en un pequeño pueblo de Palencia dentro de una familia de ganaderos.
Cuando una mañana temprano su padre le mandó a regar la huerta con la burra, ella se negó, aunque terminó cediendo. Mientras regaba apareció el encargado del huerto de al lado, quien nada más llegar, le cortó el agua para poder regar él. Carmen, rabiosa, cogió la hazadilla, hizo un agujero en la tierra para desviar el agua y salió a galope con la burra para que no le cogieran.
Julio fue un inmigrante. Un inmigrante español en Francia.
Siendo muy joven, su hermano le llevó con él a París a trabajar en una empresa de piezas de avión.
Nunca se sintió como en casa, así que su objetivo era ganar dinero suficiente para volver y vivir bien en España. Tuvo muchas novias, pero nunca se enamoró.
Como no tuvo hijos, su ilusión en la vida era pasear por los mercadillos franceses en su tiempo libre para comprar regalos a sus sobrinos, a los que quería como hijos. Cuando se quería dar cuenta, tenía ya una maleta llena de regalos con la que cargaba orgulloso siempre que volvía a casa de visita, con gran ilusión.
Luis era un niño muy responsable. Con tan solo 7 años perdió a su madre justo antes de su primera comunión. A pesar de todo su familia aún podía permitirse que continuara con sus estudios, así que trajeron a un maestro a casa para él y su hermano.
Su padre tenía una carnicería y ganado en el pueblo. Como no quería que el negocio de la familia cerrara, al terminar los hijos la educación básica, les enseñó el oficio de carniceros.
Esto hizo que la carnicería que tanto querían aún siga en pie 3 generaciones después.
Luisa era una niña rebelde. En esos tiempos se estilaba jugar a los botones, un juego de apuestas donde cuanto más bonitos eran los botones, más valor tenían.
Un buen dia, paseando por el pueblo, Luisa vió un “prao” en el que brillaban unos botones de una camisa recién lavada.
No pudo menos que saltar la tapia para ir en busca de aquellos preciosos botones. Sin pensarlo demasiado, cogió la camisa y arrancó todo lo rápido que pudo los botones con los dientes.
La propietaria, al darse cuenta, no pudo menos que contárselo a la madre, quien muy enfadada fue a donde la niña a darle su merecido. Luisa desesperada gritaba: “¡Yo no lo hice queriendo! ¡Se arrancaban solos!”.
Josemari era un joven fiestero. Eran las 6 de la mañana del último día de feria y se juntaron 4 Josemarías en el bar del pueblo para despedirse. Cuando cada uno llegó a su casa, estaban sus madres con las bicicletas y meriendas preparadas para que se fueran a trabajar.
De camino, tras pasar las vías del tren, pararon en un prado a descansar bajo un fresno. Enseguida cayeron dormidos, tanto que cuando quisieron darse cuenta, ya había dado la vuelta el sol.
Salieron corriendo con las bicicletas al trabajo. Al llegar, le contaron al patrón lo que les había ocurrido y les mandó a dormir la mona a una pequeña habitación que había con una cama.
Las horas perdidas las recuperaron haciendo una hora más cada día y así consiguieron que sus padres no se enteraran.
Manoli era una luchadora. Vivía en un pueblo fronterizo de Salamanca, donde con tan solo 4 años y siendo la mayor de sus hermanos, perdió a su padre y tuvo que hacerse cargo de su gran familia junto a su madre.
A pesar de querer estudiar, tuvo que salir del colegio y dedicarse al cuidado de su familia.
Tenía una hermana solo un año menor que ella que, mientras Manoli se escapaba de casa para ir a estudiar, la otra se escapaba de la escuela para ir a jugar.
Un buen día, la maestra decidió ir a hablar con la madre de las criaturas para hacer que Manoli fuera a la escuela mientras la pequeña cuidaba de la familia, pero la madre se negó.
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